Felipe

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Por Quino

lunes, 31 de marzo de 2014

Mal de escuela o salvar al zoquete



A raíz del post de Paco Bayarri ¿qué me ha supuesto leer Mal de escuela? he reflexionado sobre lo que supone salvar al zoquete.

Pennac, habla de salvar al zoquete, quizás porque él fue uno de ellos, pero ¿qué precio estamos dispuestos a pagar para salvar a los zoquetes?
¿Hasta qué punto es lícito parar toda una clase para salvar a ese zoquete? ¿Dónde está el equilibrio?

Hoy he leído el artículo Amor, dolor y docencia del colectivo Puente de madera que concluye con el siguiente parrafo:

"Ya, ya… ¿pero qué pasa con el alumno que no quiere aprender?». Nada, no pasa nada; sólo que si no somos capaces de reconducirlo nos amarga a todos, y luego abandona la enseñanza y queda al pairo en un mar azotado por olas que se lo quieren tragar: la del consumismo, la de la ignorancia y su gemela llamada miedo, la de la banalidad, la del ciudadano sin criterio para ejercer su ciudadanía". 

Es cierto, ¿cúantos esfuerzos debemos dedicar para salvar al zoquete? ¿Y si éste no quiere ser salvado?

¿Y si los zoquetes pudieran asistir a los mejores colegios del mundo?

Para concluir, un grito de esperanza:
 
"Nuestros alumnos, nuestros hijos, necesitan maestros que hinchen sus pulmones para bucear a por ellos. Y nuestros maestros necesitan que la sociedad reconozca su impagable labor. Y nuestros profesores deben ser conscientes de la inmensa responsabilidad que recae en sus manos. Pero comprendan ustedes que no sepamos cuál es la solución" 

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